Época: Arte Español Medieval
Inicio: Año 1400
Fin: Año 1500

Antecedente:
La catedral gótica en el siglo XV

(C) Manuel Valdés



Comentario

La sillería coral constituye una de las manifestaciones paradigmáticas del arte tardogótico. Su definición surge de la adopción de modelos propios de la escultura alemana y flamenca, y la participación en los talleres hispanos de artistas norteños.
En el caso del coro leonés, el silencio documental dificulta la precisión histórica. El análisis formal conduce a situar los primeros trabajos hacia 1460 y su conclusión a fines de la década de los setenta. Tampoco existen datos fiables sobre sus autores. El primer taller fue el del maestro Enrique, que siguió un modelo basado en temas geométricos similares a los utilizados en otras sillerías como las de las catedrales de Palencia y Segovia. Sin embargo, la concepción de la obra desde el punto de vista iconográfico y estilístico debió ser de Juan de Malinas, entallador flamenco que se hizo cargo de la obra entre 1464 y 1475, período durante el que se realizaron la mayor parte de los relieves. A su muerte pudo sustituirle el maestro Copin de Ver que remataría la obra.

La sillería se asentó en la capilla mayor, ocupando los estalos los dos tramos anteriores al presbiterio, hasta que el siglo XVIII se instaló en el actual emplazamiento.

Una de las mayores aportaciones de la sillería leonesa a la historia del arte español fue la introducción del modelo utilizado preferentemente en Europa y que en nuestra Península desplazaría a las realizadas conforme a la tradición de la carpintería mudéjar. La utilización de motivos figurados, no sólo en los elementos de tipo secundario, como misericordias, apoyamanos, pomos, etcétera, sino también en los respaldos de los estalos, da paso a la creación de una sillería con complejos y elaborados programas iconográficos al servicio del interés de la Iglesia.

El repertorio iconográfico de la sillería leonesa está basado en personajes del Antiguo Testamento en los estalos bajos, y neotestamentarios y santoral en los altos, entre los que destaca el dogma de la Redención al enfatizar a la Virgen como Nueva Eva.

La convivencia en la misma obra de personajes sagrados con escenas profanas, algunas de fuerte carácter procaz, no supuso un problema insalvable para los comitentes de la obra. Es en este punto en donde se manifiesta con brillantez la imaginación de los autores, capaces de inspirarse en temas populares para elevarlos a una dimensión estética distinta.